Daniel Barredo (Bilbao, 1981) es doctor en Periodismo, licenciado en Filología Hispánica, novelista y poeta con numerosos premios, entre ellos el de novela del IAJ con ‘Viaje a Budapest’, conferenciante en la Sorbona, en la también parisina universidad Paul Valéry, y en la británica De Monfort (Leicester), entre otras muchas. Afincado en Granada desde la infancia ahora se encuentra en Ecuador, como uno más de los doctores españoles adscritos al proyecto Prometeo ecuatoriano, una más de las jóvenes y brillantes mentes españolas en exilio. Su tesis doctoral fue el primer trabajo que analizó la comunicación de la monarquía española, fruto de la cual publicó en 2013 ‘El Tabú Real. La imagen de una monarquía en crisis‘ (ed. Berenice, Córdoba), un libro considerado “importante en su ámbito” según el prólogo del Dr. John Balmer, director del Grupo de Investigación en Marketing de la Brunel University de Londres (Inglaterra). El ensayo examina, por primera vez en la historia de la democracia, las opacas herramientas comunicacionales de la monarquía española, como así lo demuestra el autor, quien ha evaluado casi cuatro mil contenidos periodísticos que avalan esta tesis. Como resultado principal de esta investigación, «que ha tenido que sortear la opacidad de los gestores de la Casa del Rey», se muestra, en lo que a juicio del ensayista es el proceso de construcción del llamado «tabú de la expresividad real», el cual sintetiza la mayor parte de la actividad comunicacional de Juan Carlos I.
Barredo es el autor de ‘El tabú real. La imagen de una monarquía en crisis’, uno de los pocos estudios sobre la política de comunicación de la Casa del Rey
Barredo señala en este estudio, un resumen divulgativo de su tesis doctoral, que «el rol del rey como árbitro simbólico, encargado por la Constitución Española, obliga al titular de la Corona a organizar una información fuertemente tabuizada y estereotipada». Según el investigador y doctor en Comunicación Audiovisual, ese tabú parte de un contexto previo: «Don Juan Carlos, al heredar el poder del dictador Francisco Franco, adquirió asimismo algunas de las propiedades simbólicas asociadas a la jefatura de Estado, como el silencio representativo o el miedo de los comunicadores». Aunque cueste creerlo, comenta Barredo, «todavía hoy la monarquía española, que posee una estructura similar a la de la Iglesia católica, mantiene vigente parte de una raíz simbólica que entronca con el tabú del miedo al soberano de la sociología clásica, o el carácter sagrado atribuido al monarca desde la propia Constitución Española de 1876».
Barredo analiza desde Ecuador la abdicación del monarca, las incógnitas y demás cuestiones que planean sobre la Corona, su futuro y también las disidencias, las ‘nuevas formas de hacer política’ que piden en las calles un referéndum para poder decidir entre república o monarquía.
-¿Qué razones crees que han llevado a Juan Carlos de Borbón a abdicar?
-La razón principal ha sido la necesidad de revitalizar la Corona, porque don Juan Carlos no ha sabido envejecer. En lugar de caracterizarse como un abuelo sabio, equilibrado y confiable, en los últimos tiempos se convirtió en un rey enfadado y gritón, con muchas secuelas visibles de sus enfermedades, como sucedió en su discurso de la Pascua Militar.
-Ha elegido un buen momento, ¿por qué ahora?
-El momento es bueno porque coincide con la pérdida generalizada de la credibilidad del sistema que él -Juan Carlos I- contribuyó a forjar: la democracia representativa española. Tal vez lo más interesante de la abdicación es que manifiesta una primera reacción de la derecha (PP y PSOE) para contrarrestar el avance de una corriente crítica que propone interesantes debates sobre realidades que parecían tan asentadas como la propia Corona. Supongo que, con el renovado jefe de Estado, esa misma derecha iniciará una intensiva promoción sistémica.
“Los medios de comunicación tradicionales se muestran como hinchas de las monarquía”
-¿Cómo se ha llevado informativamente esta cuestión?
-Los medios de comunicación tradicionales se han quitado la máscara tras la abdicación para mostrar que, debajo de su pretendida objetividad, se comportan como hinchas de la monarquía. Realmente, a veces se nos olvida que la actual crisis política que hay en España se prolonga en la crisis periodística: la falta de confianza de los ciudadanos en unos medios que tienden a bloquear la información, y obstruyen en gran medida la participación democrática. Pero de igual forma que en la política, las movilizaciones sociales están consolidando interesantes opciones informativas; es un momento muy esperanzador.
-En su libro advertía de que la Casa Real debía cambiar su política informativa ante el deterioro de su imagen ¿Han tomado nota o seguirá el mismo secretismo?
-El secretismo es consustancial a la Corona, porque se trata de una institución arbitraria asentada en principios irracionales. Quizá lo interesante de mi libro es que ofrece muchas pautas para gestionar ese secretismo, a través de la reorientación de los estereotipos o de los tabús asociados al monarca. Veremos qué sucede con Felipe VI.
-¿Qué mecanismos usa la Casa Real para minimizar las propuestas republicanas?
-Me parece que la Casa Real está inmovilizada, aterrada ante el avance del republicanismo. Nunca, en las últimas décadas, ha habido tantos ciudadanos on y offline demandando con tal intensidad un referéndum. De momento, la Casa del Rey basa la mayor parte de su gestión en las negociaciones que mantiene con los dos grandes partidos de la derecha –PP y PSOE- que son los únicos baluartes políticos que todavía estructuran el mantenimiento de la monarquía. Una vez que las nuevas opciones políticas consigan una mayoría parlamentaria, la Casa Real se quedará sin aliados, como se ha quedado ya sin mayorías sociales.
-¿La abdicación acelera el debate sobre el deterioro de la monarquía?
-No, en mi opinión la abdicación es parte de una estrategia de reconstrucción de la imagen de la Corona.
“La Casa Real está aterrada e inmovilizada ante el avance del republicanismo”
-Los medios se han apresurado a presentar a un excelente monarca que trajo la democracia y a un futuro rey muy bien preparado ¿Si era tan bueno por qué abdica? ¿Sirve de algo la preparación o formación si para lograr la corona a Felipe solo se le requiere ser el heredero?
-La monarquía es un símbolo de la arbitrariedad que hay, en general, en España, la misma que conduce a excelentes investigadores a abandonar el país, mientras que algunos mediocres se perpetúan en los departamentos universitarios. Sucede en prácticamente todos los ámbitos: haga lo que haga, en España el ciudadano medio tiene la impresión de que cualquier esfuerzo es inútil, de que el cacique acabará imponiendo su voluntad.
-¿Qué maniobras y política de medios usa la Casa del Rey en estos casos?
-La Casa del Rey da la impresión de que ha intensificado su gestión estos días; creo que no es casualidad que 60.000 ejemplares de El Jueves hayan sido retirados sin existir grandes presiones. También se han multiplicado los periodistas y los escritores que parece que están a sueldo. He leído algunos publirreportajes encubiertos que retratan aspectos muy costumbristas sobre los futuros reyes, retablos vergonzantes que son como una ocupación monárquica del espacio público. He leído a muchos columnistas que dicen lo de siempre: mensajes construidos desde la verbosidad del forofo. El caso más escandaloso, quizá, ha sido el de Victoria Prego, una señora que yo jamás citaría en un trabajo académico –porque no me parece una fuente creíble- y que sin embargo ha copado la mayor parte de la cobertura de El Mundo. Bueno, mientras la Casa Real siga encasillada en las peñafieladas, todo va bien para la causa republicana, porque de esos cerebros privilegiados es imposible que surja una respuesta creativa, tal vez la única que podría ayudar a recuperar el prestigio de la monarquía.
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