24
septiembre

Aforismos, cápsulas literarias

Media docena de especialistas analizan el auge de un género, considerado la píldora literaria de autoayuda para intelectuales, o aspirantes a ello.

Máximas latinas, frases lapidarias, poesía en coqueteo con la filosofía, pastillas de pensamientos y otras muchas etiquetas se pueden colocar en la definición del aforismo, un género que se ha enganchado a la red y que ha creado tendencia. Los libros de aforismos proliferan en multitud de ediciones y los autores, la mayoría de ellos procedentes de la poesía, se han lanzado a la escritura meditada de estas píldoras de palabras pensantes. Manuel Vilas, Eduardo García, Erika Martínez, Miguel Ángel Arcas, Raúl Quinto y Juan Varo Zafra responden a cuestiones como la tradición del género, su definición, peligros, auge momentáneo, interés editorial y su relación con las redes sociales. Poetas, editores y académicos, cada cual con su aforismo, su breve cápsula de reflexión.

Manuel Vilas (Escritor y poeta)

“El aforismo es autoayuda para las clases cultas”

MANUEL VILASEl escritor y poeta Manuel Vilas es un caso particular, autor de ‘Listen to me’ (Ed. La Bella Varsovia), sus conversaciones con Dios a través de Facebook, es un convencido de que la ‘nube’ se ofrece como una espacio ideal para este género. Se inclina por una definición abierta, porque al aforismo “le pasa lo que decía Cela con respecto a la novela. Es aforismo todo aquello que, editado en forma de libro, admite la definición de ‘libro de aforismos’. Es un género nietzscheano, en su tradición más noble”, comenta el autor de ‘El gran Vilas’. El auge del pensamiento en corto tiene que ver “con la brevedad y la ayuda aristocrática”. “El aforismo es autoayuda para las clases cultas”, añade Vilas. En esta brevedad y precisión, “las redes sociales, por su definición tecnológica, son ideales para la propagación de conceptos lapidarios y veloces; y el aforismo tiene mucho de eso, de lapidario y de veloz, de incuestionable”.” En realidad, todos los aforismos son una suerte de ficción breve”, concluye Vilas. Estima que debe tener “ingenio y mucha, mucha precisión y una apariencia de verdad, solo una misteriosa e inesperada apariencia de verdad”. El escritor aragonés no olvida la traza filosófica, porque “el aforismo necesita de la precisión de la buena filosofía. Si el aforismo solo es poesía, se queda cojo. Necesita un aire filosófico”.

Eduardo García (Poeta y filósofo)

“Pretendo hacer saltar la chispa del lenguaje para encender la inteligencia”

EDUARDO-GARCIA1El poeta Eduardo García, autor de ‘Las islas sumergidas’ (Ed. Cuadernos del Vigía), se remonta al “genial” Gracián para encontrar ancestros del género en la literatura española, y de ahí a Juan Ramón y Bergamín. Poca tradición española a la vista de la germánica y francesa, “algunos extraordinarios icebergs flotando en un oceánico Mar Muerto”, dice el escritor. “Pero quizá sea precisamente nuestra carencia de una sólida tradición ininterrumpida el mejor estímulo a la creación, la más firme promesa de futuro”, dice García. «Donde todo está por hacer no cabe el desaliento: más vasto es el filón por explorar», resume con este aforismo el estado actual del género en España. Entiende esta escritura como “un territorio que limita al Norte con la poesía y al Sur con el pensamiento. Pero ambos elementos han de estar presentes a la vez”, explica. “El aforismo aspira a ser memorable, a permanecer”, sentencia García.

El auge de este corto pensamiento en clave poética se debe a que “habitamos la era de la incertidumbre y la velocidad. Sujetos fracturados, nos experimentamos siempre en fuga. Es natural que a fuerza de navegar, chatear, zapear, acabemos por valorar el arte del fragmento. Vivimos inmersos en un cruce continuo de entrecortados mensajes que se proyectan en todas direcciones”. El escritor defiende la brevedad e intensidad del aforismo frente al voluminoso novelón al considerar que “en el espejo de la página los fragmentos nos reflejan, a día de hoy, con mucha más fidelidad que el rancio realismo de una vasta novela decimonónica”.

A juicio de Eduardo García un buen aforismo es “un fragmento en prosa que ha de cumplir ante todo dos condiciones: ser capaz de hacer brotar en el lector una mirada inédita, sugerente, y encarnar con limpidez tal pensamiento en el lenguaje”. “Un auténtico aforismo -añade- ha de aspirar a que pensamiento y palabra se fundan como las dos caras de una misma moneda, en armonía”. García insiste en que “nada de accesorio puede acarrear un fragmento. Más vale no decirlo todo, dejar un generoso espacio a la interpretación”.

El interés en la red por el género vence al editorial, “pero también le sucedía hasta hace poco al cuento, donde las cosas están cambiando a pasos acelerados en los últimos años”.

La filosofía es la piedra filosofal, valga la insistencia, del aforismo según Eduardo García, porque “los fragmentos filosóficos de Cioran, Nietzsche o Lichtemberg se cuentan entre lo mejor de lo mejor del género. Ojalá en algunos de mis propios textos quede atrapado un soplo de genuino pensamiento”. “Soy filósofo de profesión –dice- y me crié admirando por igual a Rilke y a Deleuze. Todos viajan conmigo cuando escribo, poetas y filósofos, alimentando a distancia mi mirada”. Lo que pretende este filósofo es “hacer saltar la chispa del lenguaje. Pero siempre para incendiar la inteligencia, dar un vuelco a la sensibilidad”.

Erika Martínez (Poeta)

“Un texto en prosa extremadamente breve y de carácter gnómico”

ERIKA-MARTiNEZ2Erika Martínez es autora, entre otros títulos de poesía, del libro de aforismos ‘Lenguaraz’ (Ed. Pre-Textos). Incluye entre los clásicos del género a Carlos Edmundo de Ory, y destaca a los contemporáneos Ramón Andrés, Carlos Marzal, Lorenzo Oliván, Miguel Ángel Arcas y Ramón Eder, entre otros. La poeta destaca que el aforismo “frente a los cables informativos o los titulares de prensa, tienen un carácter gnómico. Frente a la poesía, se escriben en prosa. Frente al microrrelato, no son narrativos”. “Simplificando mucho, podría decirse que un aforismo es un texto en prosa extremadamente breve, de carácter gnómico y carente de narratividad”, sentencia.

Erika muestra cautela respecto al auge del aforismo y considera que “quizás pueda hablarse de un interés puntual y limitado por él”. En cuanto a su proliferación en Internet y las redes sociales, la autora opina que “de los millones de usuarios que se entrenan diariamente en la escritura de tweets y estados, algunos lo hacen con conciencia literaria y grandes resultados”.
No hay fórmulas para un buen aforismo, sino “aforismos que aspiran a la síntesis máxima de una idea y otros que tienden al fragmento, hay aforismos morales y aforismos metafóricos, hay libros de aforismos en los que se conjugan estas y otras muchas variantes posibles. La brevedad extrema es una condición del género, claro, pero cada buen libro inventa en sus páginas la manera de ser un buen libro”. El interés editorial es “muy escaso” y “solo algunos editores muy valientes, casi siempre de poesía, se atreven con el género”.

Miguel Ángel Arcas (Poeta y editor)

“Tiene la capacidad de forzar pensamiento nuevo”

MIGUEL ANGEL ARCASEditor, poeta y creador de ‘Aforemas’ (Ed. Fundación Lara) y de ‘Más realidad’ (Ed. Pre-Textos), una mezcla de poema y aforismo, Miguel Ángel Arcas, agradece a los autores del 27, y a otros como Max Aub y Ángel Crespo, el actual auge del género, “que nunca se había vivido en la historia de las letras españolas”. Arcas insiste en que el aforismo tiene como definición un “carácter gnómico o sentencioso, fundamentalmente breve, dado a discrepar, a la agudeza, la reflexión, la paradoja o la elipsis”. “Tienen vocación de invitar al lector a la reflexión, a la reformulación de la realidad; son una ventana por donde entra un aire nuevo que nos provoca y nos permite ver las cosas de otra manera. Karl Kraus decía que un aforismo no se identifica con la verdad: o es media verdad o es verdad y media”, añade el autor de ‘Aforemas’. La brevedad y la intensidad es la clave, “porque estas formas en nuestra lengua tienen cada vez más adeptos. Su rentabilidad social, su eficacia expresiva, su intensidad y precisión emparentan al aforismo con múltiples fórmulas publicitarias en formatos ‘jibarizados’ y con las nuevas prácticas tuiteras en las red, pero se distingue de ellas por su capacidad para forzar pensamiento nuevo, generar reflexión y poner en crisis la identidad del sujeto”. En esto de las redes y el aforismo, Miguel Ángel Arcas va a más al considerar que “posiblemente ahora uno de los retos aforísticos consista en tuitear de otra manera, en generar otra dinámica expresiva en la red que esté más cerca de la realidad y las actitudes socialmente críticas”. Acorde con esta brevedad, estima que un buen aforismo, como decía Bergamín, “podrá ser cierto o incierto, pero tiene que ser certero”.

Arcas destaca el surgimiento de sellos editoriales que dedican colecciones al aforismo, entre ellas la editorial que dirige, Cuadernos del Vigía, junto a Como te dije antes, en la actualidad hay editoriales como Pre-Textos, Tusquets, Lumen, Renacimiento, Trea, Amargord, El Gaviero, Hucanamo y Baile del Sol, entre otras. Cuadernos del Vigía ha sido la primera editorial que ha creado un premio dedicado al aforismo, “porque no había en nuestro país ningún premio dedicado al aforismo, y dado el interés que está suscitando y la aparición de escritores con obra, se hacía ineludible abrir un espacio de fomento y promoción del género, un premio que apostase por el trabajo de los mejores aforistas que en este momento escriben en lengua española”. El certamen lleva el nombre de José Bargamín, “uno de los escritores españoles de referencia en el siglo XX”. Van por la segunda edición y “esperamos que continúe esta pasión por la lucidez, el pensamiento y la literatura crítica, sobre todo en estos tiempos que vivimos”, señala el editor granadino.

Raúl Quinto (Poeta)

“Más que auge de aforismo hay que hablar de Literatura 3.0”

raul_quintoRaúl Quinto es un poeta, autor de ‘Ruido blanco’ (Ed. La Bella Varsovia), que asegura no ser un experto en el tema, pero se atreve a definir el aforismo como “el típico género literario bastardo, pues mezcla la precisión de la prosa, el contenido del ensayo y la fulguración poética, todo en una cápsula breve”. Advierte del peligro del cóctel de géneros, que “puede acabar derivando en una cosa o en otra, o en la más absoluta de las nadas: el mal verso suelto, la ocurrencia sin chispa ni vigor… pero cuando se da en la diana siempre es una sentencia iluminadora, más allá de que pueda quedar bien en un sobrecillo de azúcar o un power point viral”.

La brevedad impuesta de las redes sociales “ha dotado de nuevos bríos a ese tipo de escritura, aunque la interactividad y su exposición reticular hace que los probables aforismos que se publican en las redes sean otra cosa, un aforismo mutante, tal vez”, afirma Raúl. Más que auge del aforismo, el poeta se refiere a «una posible literatura 3.0: libros construidos a partir de estados reales de Facebook o tuits, dando el salto de la pantalla al papel en una pirueta comunicativa muy interesante”. Raúl Quinto sitúa en esta literatura a títulos como ‘Listen to me’ de Manuel Vilas (La Bella Varsovia) o ‘Mi padre y yo, un western, de Juan Manuel Gil’ (El Gaviero), “y en este último el supuesto aforismo adoptaría la forma de una conversación breve, a ratos humorística y otras filosófica”, señala Quinto.

Juan Varo Zafra (Escritor)

“Es el género de la libertad”

jaun_varo_2Es un veterano del género con títulos como ‘Desaforado’ (Ed. Alhulia) y ‘Mudo pez en el mar’ (Ed. Ediciones de aquí), entre otros. Relaciona el aforismo con la tradición de los libros de emblemas, “como los de Álamos de Barrientos, Antonio Pérez, Hernando de Soto o Alonso de Barros, aunque el gran aforista de este momento es Gracián”. Después el género decae hasta comienzos del siglo XX, “cuando, quizá por la influencia de Nietzsche, adquiere una nueva relevancia sobre todo con Juan Ramón Jiménez”. Varo Zafra reconoce que ahora “hay ciertamente un auge del género desconocido, al menos en nuestra historia literaria reciente”.

Según Juan Varo el aforismo es “el género de la libertad: no hay que saber métrica, no hay que tener una buena historia ni conocer las normas del relato, no hay que demostrar la erudición que requiere el ensayo. Sin embargo, en esa libertad está también el peligro, porque, por una parte, es evidente que no vale cualquier cosa; y, por otra, es difícil establecer un criterio de juicio crítico preciso, más allá del gusto personal de cada lector”.

A diferencia de otros autores, Juan Varo no encuentra relación entre las redes sociales y el auge o desarrollo del aforismo, “aunque es fácil establecer una correlación inmediata entre la brevedad de uno y la ‘cortedad’ del otro; la brevedad del aforismo tiene que más que ver con la densidad de la expresión que con la escasez de palabras”.

Un buen aforismo debe “decir algo no evidente que el público pueda reconocer como verdadero”. “No se trata de una verdad absoluta, sino de una verdad provisional, o un desenmascaramiento de una apariencia falsa. También debe estar bien escrito”, explica Juan Varo. “Estas dos exigencias implican un trabajo más que de ingenio, de poda, de ir quitando cosas a la reflexión hasta llegar a la raíz desnuda del pensamiento o del juicio: esa raíz, que puede ser mayor o menor en extensión, es el aforismo”, concluye el escritor. Cuidado, porque el peligro de esta escritura es “el pensamiento de ocasión, el golpe de ingenio, o de algo que se pueda confundir con el ingenio, la metáfora sin contenido… Pero también la obviedad, el lugar común que, por eso, parece inmediatamente aceptable”.

Comentarios en este artículo

  1. Un artículo muy interesante sobre un género que he descubierto y del que estoy disfrutando desde hace poco. Por cierto, ¿las meditaciones de Marco Aurelio no son también aforismos?.

    José Javier Vidal García

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