‘Romance de la pena negra’, ‘La zapatera prodigiosa’ y ‘Bodas de sangre’ fueron los títulos que el compositor argentino Juan José Castro (Avellaneda, 1895, Buenos Aires, 1968) escribió inspirado en los textos de Federico García Lorca, unas obras escasamente conocidas en el panorama musical nacional y local, lo que contrasta con el éxito internacional y prestigio de estas composiciones. Las dos óperas, ‘Bodas de sangre’ y ‘La zapatera prodigiosa’, jamás llegaron a ser estrenadas en la ciudad natal del poeta, aunque la última representación de ‘Bodas de sangre’ fuera dirigida por el granadino José Tamayo, con la voz de Nati Mistral.
La censura, el silencio y el miedo durante el franquismo a todo lo relacionado con el poeta condenaron al olvido, incluso tras la proclamación del ‘régimen del 78’, a estas obras musicales. No ocurrió lo mismo con la vinculación del compositor bonaerense con Manuel de Falla, de quien fue su mano derecha en Argentina y quien dirigiera el estreno mundial de ‘Atlántida’, la obra póstuma del gaditano que concluyera Halffter. Fruto de aquella colaboración y apoyo de Castro a Falla durante su estancia en Argentina fue la distinción a su esposa, Raca de Castro, con la Orden de la Cruz de Isabel la Católica en 1993.
El músico argentino fue discípulo del compositor gaditano y quien estrenó ‘Altántida’ en Buenos Aires
‘La zapatera prodigiosa’ se estrenó en Montevideo, en 1949, debido a que el compositor mantuvo una conflictiva relación con el gobierno de Perón, llegó al Teatro Colón a comienzos de 1958 con Pilar Lorengar y Manuel Ausensi, y la última vez que apareció contó con Ana María Gonzalez y a Luis Gaeta como protagonistas. Por su parte, el estreno de la ópera ‘Bodas de sangre’ se produjo en el Teatro Colón en 1956, con María de Garbarain, y su última representación corrió a cargo de Nati Mistral.
El primer contacto de Juan José Castro con el drama lorquiano se produjo mucho antes de la creación de su ópera, gracias a la primera versión cinematográfica de una obra de Federico García Lorca, una cinta considerada una de las joyas del cine argentino y en la que se encuentran las únicas imágenes de la actriz catalana Margarita Xirgu interpretando una obra del poeta y dramaturgo granadino. Además, es la única película de ficción sonora que llevó a cabo la intérprete.
‘Bodas de sangre‘, de 104 minutos de duración, fue dirigida por Edmundo Guibourg, el gran crítico y periodista argentino, amigo personal y biógrafo de Gardel. Al escritor le movió también el haber conocido a García Lorca durante su estancia en Argentina entre los meses de octubre de 1933 a marzo de 1934, con quien estableció una buena amistad. El proyecto se hizo realidad en 1938, en pleno transcurso en España de la Guerra Civil y con la sombra de dolor del asesinato del poeta en 1936. La película se planteó como el filme dedicado a la figura del poeta asesinado.
Las óperas ‘Bodas de sangre’ y ‘La zapatera prodigiosa’ esperan aún su estreno en la ciudad de Granada
En el rodaje intervinieron los miembros de la compañía de Margarita Xirgu, entre quienes se encontraban los actores y actrices Pedro López Lagar (quien debutaba en el cine), Amalia Sánchez Ariño y Enrique Álvarez Diosdado. El rodaje se llevó a cabo en la localidad de Jesús María, en la Córdoba argentina, con un paisaje similar a la escenografía rural en el que se desarrolla ‘Bodas de sangre’. Guibourg adaptó el texto lorquiano e incluyó algunas canciones y poemas de García Lorca que no se encuentran en el texto dramático original. La música, y aquí encontramos el germen de la ópera, corrió a cargo de Juan José Castro, quien firmó la banda sonora. La película del exilio argentino constituyó el gran homenaje a García Lorca, mientras aún corría la sangre en una España en plena Guerra Civil.
Castro pertenecía a un grupo de artistas próximo en admiración a figuras de la talla de Stravinsky y Honegger, entre muchas otras. Su formación, llevada a cabo en Buenos Aires y en Europa, lo guió por el camino del nacionalismo de tipo romántico y las tendencias propias de la Schola Cantorum parisina. Pero en 1929, junto a su hermano mayor José María (1892-1964), Juan Carlos Paz, Gilardo Gilardi y Jacobo Ficher, creó el Grupo Renovación y con ello se abría paso hacia expresiones de vanguardia desconocidas por esa época en la Argentina. Castro compartió con el Grupo Renovación la necesidad de abrirse hacia una nueva tendencia, hacia una línea distinta que quiso oponerse, en cierta manera, a aquello con lo cual convivía y que había heredado. Su generación, la de los años noventa, conformó un grupo heterogéneo que halló sus puntos de referencia en Stravinsky, Ravel, Honegger, Schoenberg y Bartok.
Castro había viajado a París en 1920, donde estudió composición Vincent D’Indy y piano con Eduardo Risler. Sin beca alguna tuvo que buscarse la vida, lo que le llevó de gira por España como concertista. Sus obras fueron estrenadas en Europa por intérpretes de la talla de Ricardo Viñes, entre otros. Finalmente regresó a Argentina en 1925.
El director puso música a la película ‘Bodas de sangre’ de Guiburg que protagonizó Margarita Xirgu
Director general del Teatro Colón (1933-1943), Juan José Castro nombró a la escritora Victoria Ocampo, a Alberto Prebisch y al pianista Rafael González para que lo secundaran en su gestión. Pero estas personalidades duraron poco en sus cargos, dado los cambios políticos que se estaban produciendo en la Argentina. “A Juan José Castro se lo admiraba, se lo estimaba y se lo quería. Ya es mucho que un ser nos inspire uno de estos tres sentimientos. Los tres a la vez es inusitado. Sé de muy pocos hombres que, por vivir a cierto nivel, por mantenerse porfiadamente en él, esfuerzo nada fácil, merecen inspirarlos”, escribió Victoria Ocampo.
En 1943 Castro firmó un manifiesto junto a otros intelectuales, científicos y artistas en favor de la democracia y en contra del gobierno de turno. De inmediato le cancelaron todos sus contratos en el Colón y también el nombramiento de director. Posteriormente su oposición al presidente Perón le valió ser marginado. Los músicos temían integrar las orquestas que él dirigía o ejecutar obras suyas.
En 1947, a propuesta de Erich Kleiber, fue nombrado director estable de la Orquesta Filarmónica de La Habana. Un año más tarde, la de director titular de la orquesta del Servicio Oriental de Radiodifusión Eléctrica (SODRE) de Uruguay. Después de tres años de residencia en ese país, comenzó la etapa europea y australiana de Castro. Así estuvo al frente de la Victorian Orchestra de Melbourne (1952-1954) y de las giras con epicentro en Roma. En el transcurso de este período entabló amistad con Igor Stravinsky, Arthur Rubinstein y Manuel de Falla, entre muchos otros. De regreso Argentina en 1955 fue nombrado director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional (1956-1960). Compatibilizó esta labor con la de Decano de Estudios del Conservatorio (1959) y director de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico (1958-1964).
Granada ha hecho oídos sordos a la música que el argentino dedicara a García Lorca y a Manuel de Falla
La relación de Juan José Castro con Manuel de Falla comenzó en 1929, al dirigir conciertos y óperas en el Teatro Colón, donde su primera dirección fue en el estreno de la versión escénica de ‘El amor brujo’. Manuel de Falla, maestro con quien sostuvo una alianza indestructible y fundamental para su vida espiritual y artística a partir de ese momento, se hizo protagonista del movimiento musical argentino y director de prestigio internacional.
En 1939, Manuel de Falla llegó a Buenos Aires para radicarse definitivamente en Argentina, requirió la asistencia de Juan José Castro para dirigir un festival de música española, de cuatro conciertos en el Teatro Colón, que fue la primera presentación de Falla en América. La relación sobrevivió al mismo Manuel de Falla con la dirección del estreno mundial de ‘Atlántida’, que fue presentada en catalán, tal y como fue escrita, sin los cortes y abstracciones que sufrió la obra en versiones europeas.
El Museo Manuel de Falla en Alta Gracia, la que fuera residencia del compositor gaditano, dispone de una sala Juan José Castro, lo que da idea de la vinculación y unión de ambos músicos. Por lo demás, Castro decía que “trabajar por la música es hacer obra útil”, lo que demostró como creador. No obstante, Granada, la ciudad del poeta y de residencia del gaditano, le ha hecho oídos sordos.
Recomiendo para mayor ilustración un excelente trabajo biográfico sobre Juan José Castro, publicado por el Maestro Carlos Manso, pianista, pintor y escritor. Él mismo acompañó a Conchita Badía interpretando el «Romance de la luna, luna», de Juan José Castro, sobre el poema de Federico García Lorca. En cuanto a la relación entre Falla y Castro, al parecer cuando Falla leyó en los periódicos críticas favorables sobre el estreno de su «Concerto» para clave y cinco instrumentos en los Estados Unidos de Norteamérica, bajo la dirección del Maestro argentino, se interesó por conocerlo, ya que él mismo expresó «¡por fin, alguien que sabe interpretar mi trabajo»! Gracias por el justo recuerdo a quien Manuel de Falla llamaba «mi buena sombra».
Nadia Irene Lacina